Cuando tenemos que elegir un sistema de calefacción para una vivienda, hay que tener en cuenta varios aspectos. El tipo (es decir, si es un piso pequeño, grande o un chalet), el clima que hace en la zona, el tiempo que se está en el hogar, su aislamiento, calificación energética… Una vez se tengan en cuenta estos factores, habrá que fijarse en otros importantísimos, como el consumo energético y la posibilidad de ahorro.
En la elección, hay que valorar qué emisor y qué generador de calor se adapta a nuestras necesidades y bolsillo. En el primer grupo están los radiadores y los suelos radiantes. En el segundo, las calefacciones individuales y centrales, las calderas de gas, gasoil y biomasa, y las bombas de calor.
En lo que respecta a los radiadores, en el mercado encontramos los eléctricos y los de agua. Tal y como está el precio de la luz en la actualidad, los primeros son los menos recomendados. No obstante, tienen una ventaja, y es que, para su instalación, no se necesita obra. Los de agua son más económicos y eficientes.
Los suelos radiantes tiene un coste de instalación alto y tardan más en calentar las estancias, pero las facturas de luz y gas son más bajas.
Si hablamos de los generadores de calor, las calderas de gas tienen buen rendimiento, son limpias y asequibles, y no necesitan gran espacio para almacenarse. Lo contrario a lo que ocurre con las de gasoil, las cuales, además, gastan de forma variable; dependiendo del precio del combustible en el mercado. Finalmente, las bombas de calor se suelen utilizar en viviendas ubicadas en lugares con clima cálido y se diseñan cada vez más digitalizadas, por lo que su uso se puede hacer lo más eficiente que uno considere.