En Atecalsa ofrecemos una excelente oferta de servicios para la instalación de calefacción en tu hogar o negocio. Somos expertos en calderas, radiadores, suelo radiante, acumuladores, etc.
Nuestro amplio equipo vela día a día por tu comodidad y confort.
Somos líderes en instalación de calefacción en Madrid y alrededores, porque conocemos a nuestros clientes. Por eso, cubrimos todas sus necesidades y requerimientos:
Nuestras amplias instalaciones de 1.000 m2 cuentan con recepción y venta de repuestos originales, almacén, aula de formación, laboratorio, además de punto de Servicio Endesa.
Nuestro call center siempre dispuesto a ayudarte y acompañarte para que disfrutes del más frío invierno sin interrupciones. Tenemos también una red de 50 automóviles, junto a una unidad móvil para reposiciones, etc.
Además, te llevas:
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Si has decidido poner calefacción en casa, la calefacción de gas es una opción que te resultará asequible porque te permite contar con tu propio sistema individual, estableciendo los grados deseados y decidiendo las horas de funcionamiento.
Los costes por la instalación van a variar según los elementos imprescindibles: la caldera y los radiadores. Hay que tener en cuenta las obras necesarias a realizar en la residencia o local, así como el tamaño y potencia de la caldera y el número de radiadores a repartir por las habitaciones. Otra cuestión a valorar es si el edificio de viviendas tiene las instalaciones receptoras común e individuales necesarias. En el caso de chalets o casas independientes otros factores importantes que valorará el instalador de la calefacción serán el tamaño y si cuenta con patio u otra zona exterior pues condicionará la ubicación de los elementos.
Para generar calor en el interior de un inmueble necesitamos una fuente de energía y un sistema que la transforme. A lo largo del tiempo se han ido desarrollando diferentes tipos de calefacción variando con el desarrollo tecnológico y otros factores como el ahorro energético y la protección medioambiental.
Es aquella en la que se utiliza un combustible que reacciona a la entrada del oxígeno presente en el aire y genera un calor que después se distribuye en un local o vivienda. Para que se produzca este proceso se necesita una caldera, que será diferente en función del tipo de combustible que se utilice, y un mecanismo de distribución.
En el caso de optar por una caldera de combustión de gas tendrás calefacción y agua caliente de forma inmediata ya que calienta el agua entrante y la distribuye a través un circuito cerrado (tuberías, radiadores, etc.). Es el sistema más utilizado por su eficiencia, durabilidad y adaptación a todos los espacios y necesidades. La seguridad es otro de sus puntos fuertes pues, a través de un tubo de evacuación que las conecta con el exterior, toman el aire y expulsan los gases.
Este tipo de calderas de gas consiguen, gracias a la tecnología de la condensación, recuperar la energía de ese vapor de agua que en una caldera convencional se expulsa, permitiendo así su reutilización. De esta forma queman menos gas logrando mayores niveles de eficiencia energética en beneficio de los gastos de consumo y del medio ambiente por la menor emisión de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, la inversión inicial en la instalación de este tipo de calefacción se amortiza en poco tiempo. Otras ventajas son su adaptación a todo tipo de locales y casas, pues son equipos compactos que ocupan poco espacio y apenas producen ruido cuando están funcionamiento.
Este sistema de calefacción utiliza el gasoil como combustible para calentar el agua que se distribuirá por los espacios según un sistema de radiadores o tuberías. Son más utilizadas para calentar lugares de gran tamaño como naves o viviendas unifamiliares aisladas que no cuentan con la llegada de gas. Aunque son más contaminantes y peligrosas, su instalación y mantenimiento es asequible.
Existen distintos tipos según su uso (solo para calefacción, mixtas también para agua y con acumulador para alta demanda), el combustible (solo de gasóleo y mixtas con leña) y su funcionamiento (las atmosféricas utilizan el oxígeno de su ubicación para la combustión, las estancas lo hacen en una cámara cerrada y las de condensación usan un sistema de reaprovechamiento).
Las calderas de calefacción de biomasa usan como combustible residuos orgánicos de la naturaleza (pellet de madera, huesos de aceituna, etc.). Son fuentes de energía muy ecológicas y efectivas a la hora de producir calor. Las calderas queman dicho combustible y transmiten la energía calorífica al circuito de agua. Su instalación tiene unos costes más elevados pero genera ahorro económico a largo plazo.
Se trata de calderas provistas de una tecnología que reduce la emisión de gases contaminantes. Su denominación corresponde a la combinación de óxido nítrico (NO) y dióxido de nitrógeno (NO2). Están catalogadas como más eficientes que sus antecesoras pero el funcionamiento no difiere ya que la combustión se produce en un compartimento estanco sellado y usan el oxígeno del exterior a través de un conducto por el que después expulsan los gases.
Una caldera convencional es la que se utiliza para un sistema de calefacción con un equipo que recoge el oxígeno y, dentro de una cámara cerrada de forma hermética, realiza la combustión para generar calor y calentar el agua que después va al sistema de distribución del inmueble. Su rendimiento y vida útil son elevados pero requieren de mucho consumo de combustible, de un mantenimiento periódico y no ofrecen la opción de refrigeración.
Si prefieres instalar calefacción utilizando la energía eléctrica debes contratar la potencia necesaria. La electricidad circula a través de un conductor de alta resistencia que adquiere una alta temperatura y se transfiere al sistema. Las ventajas son su fácil instalación, sin grandes desembolsos, y que se trata de una energía no contaminante, aunque el precio elevado de la electricidad encarece sus costes.
Son aparatos con resistencias eléctricas que recogen el aire, lo calientan y almacenan el calor para liberarlo cuando sea necesario. Existen los estáticos, que lo distribuyen a través de rejillas de forma natural, y los dinámicos que cuentan con ventilador para impulsar la expulsión. Algunos también incorporan un termostato para regular la temperatura que queremos alcanzar, lo que puede ayudar a moderar el gasto.
Se trata de sistemas similares a los acumuladores con resistencia eléctrica en su interior que calientan el aire y lo lanzan gracias a un ventilador, regulándose con un termostato. Su ventaja es que ofrecen calor de forma inmediata, suelen ser pequeños y poco pesados, baratos y de bajo consumo. No requieren instalación, pero se recomiendan solo para espacios pequeños.
Este sistema de climatización requiere de la instalación de una red bajo el suelo de la vivienda. Puede ser eléctrica o de tuberías para distribuir el agua caliente si funciona con gas natural o aerotermia. Es uno de los sistemas más eficientes pues en poco tiempo calienta toda la casa y no necesita instalar ningún otro elemento externo como radiadores.
Este sistema eléctrico que absorbe el aire exterior para transferirlo al interior a través de un circuito con un fluido refrigerante. Una misma máquina utiliza una pequeña cantidad de energía para producir tanto calefacción como refrigeración y agua caliente. Su precio es más elevado que otros mecanismos convencionales pero genera menos contaminación, su instalación es sencilla y consume menos electricidad.
Constan de un panel que emite calor por radiación con un consumo eléctrico moderado. Son un buen sistema para espacios pequeños o como complemento de otros sistemas más potentes. Su tamaño las convierte en manejables y fáciles de colocar en cualquier lugar de la casa. No contaminan ni emiten ruidos y el mantenimiento es muy sencillo.
Existe la opción de combinar dos mecanismos de calefacción, habitualmente los tradicionales que usan combustibles fósiles como gas o gasoil) con otros que utilizan energías renovables. Los beneficios son la optimización del consumo, el ahorro económico y no depender de los recursos limitados.
El sistema híbrido más común es el que calienta agua a través de energía solar. Esta se recoge a través de unos colectores que captan los rayos solares hasta un tanque acumulador. El sistema más adecuado de distribución posterior es el suelo radiante aunque también suelen utilizarse radiadores.
Consiste en conectar ambos sistemas para que trabajen a la vez e incluso derivar la energía a radiadores o superficies de radiación calor. Con los dos generadores integrados, funcionan de forma combinada en función de las tarifas de combustible consiguiendo mejores rendimientos. Esta regulación inteligente reduce las emisiones contaminantes y la factura energética.
Entre los factores a tener en cuenta para ahorrar con nuestro sistema de calefacción está el tiempo. Es importante establecer las horas de mayor eficiencia teniendo en cuenta cuánto tarda en calentarse el espacio, la orientación de la vivienda (horas de sol que recibe) y el sistema de calefacción. Es conveniente ayudarse de un temporizador.
Otra cuestión es la temperatura, siendo lo ideal el uso de un termostato que regule el uso de la energía, estableciendo una temperatura máxima a alcanzar y programando su encendido y apagado. Puede ser común para la vivienda o individual en caso de tener radiadores.
Otra opción es regular el caudal de agua que entra en los radiadores. Existen para ello las válvulas termostáticas individuales cuya ventaja es que se puede elegir el clima de cada estancia.
Contacta con Atecalsa para que te asesoremos sobre el mejor sistema de calefacción y hagamos un presupuesto ajustado a tus deseos y necesidades. Somos expertos instaladores ubicados en Alcobendas (Madrid). ¡Ven a conocernos!
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